27 de mayo de 2012
"La intención del  seminario Deseo y fantasma en las estructuras clínicas, es estimar de qué manera dos objetos esenciales a la teoría y la práctica del psicoanálisis, el falo y el objeto a, van a tener una incidencia sobre la clínica,  la práctica y  la teoría."


26 de mayo de 2012

ESCUELA  FREUDIANA  CORDOBA

Seminario  Lacan y el Banquete
“este Sócrates me está matando”

Dictado por Gerardo García
1ª reunión

         Hay varias cuestiones que voy a tratar en el curso de este Seminario y una  de inicio que quiero remarcar es que como su título lo indica, si bien es un seminario en torno a la Transferencia, va a estar centrado fundamentalmente en el análisis de El Banquete de Platón. Por lo tanto hay dos textos que recorreremos con asiduidad, el Banquete de Platón y el Seminario VIII de la Transferencia, en el cual Lacan aborda El Banquete en las primeras reuniones. Son textos ineludibles, al menos al Banquete lo retomaremos una y otra vez, vamos a hacer una lectura extensa de cada uno de los discursos o elogios.

         Una otra cuestión es que al año siguiente de que fundara la Escuela en Córdoba,  en 1996 dicté un seminario que se llamó “El amor en el discurso en la práctica analítica” –han pasado ya 16 años de ese seminario…suspiran algunos (risas)…  ese seminario es el que van a trabajar en Mendoza este año,  del que voy a dar la clase inaugural el viernes 30 de marzo y en el cual el seminario actual toma apoyo.
         Esos suspiros me hacen evocar un texto, que tuve oportunidad de mencionarles en otras reuniones y que Lacan también lo aborda, es un texto de Kierkegaard,  De la Tragedia, donde lanza al mundo su heroína trágica, Antígona. Se los recomiendo vivamente,  tengan en cuenta cómo esta presentación que nos hace Lacan del Banquete en el seminario VIII, es inmediatamente después del seminario de la Ética, donde también aborda Antígona. Éste es un punto que tenemos que considerar.

         Recuerden que en el orden de la transmisión, Freud comienza con la estructura de lo simbólico, el lenguaje y la palabra, con los textos mayores ligados al significante: el sueño, el chiste y la Psicopatología de la vida cotidiana, mientras que Lacan comenzó la suya en relación a lo Imaginario con la fase del espejo hasta el ´53, cuando aparece “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”  momento en el que Lacan comienza a dar privilegio a lo simbólico. Les decía, en el seminario VII, La Ética del psicoanálisis, cuando retoma el Proyecto de psicología para neurólogos de 1895 de Freud, es cuando comienza a dar un estatuto marcado a lo real, por más que R.S.I. ya estaba presente en artículos del ´53, pero acá se topa con Das Ding, con La Cosa, y desde esa perspectiva el seminario de la Transferencia está fuertemente influenciado por el seminario anterior, la Ética del psicoanálisis.

         Recién me preguntaban si iba a tomar alguna parte del seminario de la Transferencia. Recuerden cuál es su estructura:
la 1ª parte es el análisis del Banquete,
la 2ª, cuando Lacan toma el falo y el objeto a para reconsiderar la castración en psicoanálisis,
la 3ª :la trilogía de Claudel, donde va a repensar el Edipo freudiano.
La última parte es en la que toma la diferencia entre la I  en relación a la identificación y a minúscula en relación al objeto.
Quiero remarcarles que I va a retomar en el seminario siguiente, el de “La Identificación” y el objeto es lo que retoma en el seminario X, “La Angustia”.

          Es a partir de estas consideraciones en torno al objeto que se va a desencadenar la interrupción, la interdicción de la enseñanza de Lacan, en ese punto de clivaje entre el seminario de “La Angustia” y el de “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” con  la clase inaugural del seminario “Los nombres del padre”.
         Es allí donde se interrumpe su enseñanza cuando se despliega la temática de lo real, que trato de remarcarles, el estatuto del objeto, donde comienza a tener dificultades en la transmisión, porque tomar este estatuto del objeto implicó cuestionar manifiestamente, radicalmente la estructura religiosa de la I.P.A.

         No voy a abordar por completo el seminario de la Transferencia, pero les recuerdo la última parte: la reflexión sobre el duelo y la distinción entre la identificación al analista I, y a que va a derivar en una pregunta por el estatuto del objeto en psicoanálisis, que tuvo las consecuencias que les relataba.

         Cuando les recordaba el texto de Antígona de Kierkegaard, tenemos que tener en cuenta cómo Lacan no sólo incursionó en Platón, sino que al menos son siete los filósofos  que Lacan aborda extensamente, por más que se diga Lacan antifilósofo. Platón en este seminario, Aristóteles en el seminario de la Ética y en el Aún;  el abordaje de Hegel con  la dialéctica del amo y del esclavo;  Kant, en Kant con Sade; Descartes,  Kierkegaard y Heidegger, es decir que hay también una intención que es la de Lacan de interrogar la filosofía, aunque después se concluya en esta frase que a veces se reitera, Lacan antifilósofo.

          Kierkegaard nos presenta el análisis de la repetición, el concepto de la angustia, y con su heroína, Antígona, nos demuestra que existen muchas clases de dialéctica y que cada pasión tiene la suya.
 En De la Tragedia se pregunta por la audiencia, no lo dice en estos términos, porque lo presenta en el plano de la escritura. A quienes se dirige en relación a los escritos que nombra póstumos es justamente una suerte de cofradía que Kierkegaard delimita, algo análogo a lo que ocurre en  el Banquete,  no  algo dirigido a un público general sino a un Publicum, en su condición reducida y acotada, alguien que pueda escuchar. Y de algún modo yo me dirigiría a uds. en esos términos que Kierkegaard va a buscar en El diálogo de los muertos de Luciano de Samosata, una cofradía, así los ubico a uds. como si fueran una cofradía de muertos, de cosepultos. Esto tiene su interés en el sentido que es un público en el cuál esa disposición a la muerte está presente, de lo contrario no seguirían por tantos años el Seminario si no estuviera esa disposición, ese lugar, donde la muerte es una condición. Palabra interrumpida, discontinua, desprolija, póstuma,  ligada a la dimensión poética, donde entre lo dicho, lo escrito, y la personalidad poética hay determinadas correspondencias, correspondencias que también habitan en la audiencia no por razones de semejanza y espejo, sino por una cuestión de proximidad y vacío, que implica esa disposición, esa condición mortal a la que todo analista debería aproximarse y que si no la tuviese las dificultades en la escucha serían más que manifiestas.
Cierta exigencia fatal de la transmisión en este lugar ruinoso que llamamos Escuela, donde la nombrada dimensión poética no tiene una relación sospechosa a la estética, sino a los efectos de transitoriedad en el que he insistido hasta constituir este lugar desamparado. ¿No nos enseña Freud acaso que en la caducidad reside la posibilidad del porvenir?
Kierkegaard en El diálogo de los muertos de Luciano de Samosata es donde encuentra esa cofradía a quién dirigirse-los que tienen por destino común el morir-y Platón en el Banquete, en esas intervenciones, en esos discursos elogiosos en torno al tema del amor de alguna manera se dirige a aquellos compañeros de la muerte, gentes escogidas que se han anticipado al sepulcro.

         El tema del amor, del Eros platónico,  conduce irreversible, inexorablemente, a la temática de la muerte; tomen eso en cuenta.
Lacan  destaca al inicio del seminario de la Transferencia,  que Freud se sirve de Eros y Sócrates también. Hay un primer movimiento que es aquél de servirse de Eros y éste servirse de Eros conduce a uno y otro a la temática de la muerte. Se trata de un movimiento interesante: Eros no es rechazado, tanto Freud como Sócrates, para servirse de Eros primero lo sirven a él. Este servirse de Eros conduce a la muerte.
En Freud, de una manera menos marcada y es que en relación a la temática de Eros es conducido luego hacia la temática de la pulsión de muerte.
En Sócrates es mucho más evidente: la desembocadura de su vida en la condena a una muerte que podría haber evitado, una muerte que no es una muerte voluntaria pero que se aproxima a una condición voluntaria, ya que cuando tiene que hacer defensa de las imputaciones que se le hacen, lo que viene a decir, es que él es el ciudadano que más servicios ha brindado a Atenas, ésa es su defensa que no es una réplica de lo que se le imputa. Esa condena a muerte podría haber sido cambiada por otra forma de condena como el exilio, sin embargo desemboca en la muerte.

         La temática de la muerte es manifiesta, no sólo en el Banquete, sino en Fedón, el discurso sobre el alma, donde Platón lo enuncia de una manera tan explícita que llama la atención el porqué no  ha sido suficientemente destacada, se los leo, dice así: “Cuando se entera de su condena a muerte, -hay un intervalo entre la condena y la muerte efectiva- le surge a Sócrates una visión en los sueños donde los dioses le dicen que trabaje en componer música. Él tenía la idea de que la filosofía era la música más excelsa, pero pensó que sería mejor antes de morir dedicarse a la música popular”. La música popular hace referencia a la poesía y en el sueño se le enviaba un deber religioso que era componer música, poesía.
 Sócrates ha compuesto poemas poniendo en verso las fábulas de Esopo y además un himno a Apolo, pero nos dice que no lo ha hecho por convertirse en rival de Eveno, ni tampoco de sus poemas, sino por obedecer al ensueño. Y luego agrega:
“Si es hombre sensato que me siga lo más rápidamente posible, me marcharé según parece hoy, puesto que lo ordenan los atenienses”.
 Esta referencia de que “si es hombre sensato que lo siga lo más rápidamente posible…”,  implica por lo tanto que lo siga a la muerte.
Como sus discípulos le dicen que no creen que Eveno se mostrara dispuesto a ello, Sócrates replica que esa es la tarea del filósofo, “pues el que los hombres más sensatos no sientan enojo en abandonar esa situación de servidumbre en la que tienen por patrones, a los mejores patrones que hay, los dioses, no tiene explicación porque no cabe que el sabio crea que él cuidará mejor de sí mismo al estar en libertad”. Según esto es lógico que a los sensatos no les cuadre sentir enojo por morir.
Dice: “Me llama la atención que pase inadvertido a los demás que cuántos se dedican por ventura a la filosofía, en el recto sentido de la palabra, no practican otra cosa que el morir y el estar muertos, y si esto es verdad sería un absurdo el que durante toda su vida no pusieran su celo en otra cosa sino ésta y que una vez llegada la muerte se irritasen con aquello que de tiempo atrás anhelaban y practicaban”

         No ha sido tan subrayada esa referencia a la filosofía que es practicar la muerte y estar muerto; sí ha sido enfatizado el final del Fedón sobre todo por Nietzsche  que se enoja manifiestamente con Sócrates porque al final, en sus últimas palabras le dice a Critón: “Ah, no olvidemos que le debemos un gallo a Asclepio.”
Asclepio es el médico sin tacha, aquél que cura y entonces Nietzsche se asombra de cómo el filósofo que está en relación a lo vital, a lo dionisíaco, a la vida, sin embargo al final del recorrido, en el instante último, sus palabras son “Ah, le debemos un gallo a Asclepio”.
         Si aquello que cura, interpreta Nietzsche, es la muerte, quiere decir que la vida es una enfermedad, con lo cual se establece esa relación tan ambigua de Nietzsche respecto de Sócrates e incluso del mismo Lacan, de allí el epígrafe del seminario “este Sócrates me está matando” o bien como Lacan lo dice textualmente: “este Sócrates está acabando conmigo”.

         En el curso del seminario, Lacan se pregunta, pero ¿qué tiene este tipo? Las preguntas van hacia un mismo punto ¿qué tiene este tipo?, en este cruce de Eros, la seducción y la muerte.
         Esta parte final del Fedón Nietzsche la destaca, de la misma manera en que se pone en correspondencia la parte final del Fedón con la parte final del Banquete que es aquella en la que todos se han quedado dormidos, algunos ebrios,  dormidos sobre la mesa o tirados en el suelo o bien reclinados en sus sillones, en sus  triclinas donde los griegos comían y bebían, y el único que al amanecer continúa despierto y se marcha caminando solo, es Sócrates.
          Algunos han interpretado que El Banquete de Platón, en esta última parte prefigura lo que va a ser luego la muerte de Sócrates, levantarse en soledad en plena madrugada e irse caminando.
         Nietzsche opina que la seducción que Sócrates ejercía sobre los atenienses estos jóvenes, pero no solamente en sus contemporáneos sino luego de su muerte, es su actitud ante la muerte, esta determinación indeclinable respecto de ella. “Este encantador de ratas” como lo llamó.
 Este ateniense que hacía que temblaran y lloraran los jóvenes más apuestos, pero ¿porqué esa seducción? No quedaba muy claro porqué la seducción de Sócrates.
Tal cual lo pinta Jenofonte, e incluso el mismo Platón, Sócrates era un hombre de lo más horrible, con ojos de cangrejo, labios abultados, el vientre prominente y colgante.
 Llama la atención la caracterización de la fealdad de Sócrates que contrasta con la idea de la belleza helénica, de la belleza de los griegos. Contrasta la descripción del más seductor de los atenienses con su condición de ser monstruosamente feo. Incluso un fisonomista que lo va a retratar, Zópiro, dice que más allá de su imagen que es tan fiera, él supone que dentro suyo hay un monstruo libidinoso y horrendo y Sócrates le dice “Ud. me conoce bien Señor mío” -risas-
         Así nos vamos aproximando a la parte final del Banquete, a la parte elidida en general por los comentadores, y que es aquella  que luego de los discursos elogiosos en torno al tema del Amor, tenemos la irrupción, la entrada de Alcibíades que nos dice su dolor, que sangra de una extraña herida y es porque Sócrates no le ha dado una respuesta en el plano del Amor. En esta parte del  Banquete nos vamos a detener manifiestamente en otro momento pero se los recuerdo porque Alcibíades dice que más allá de la caja rústica que es el rostro de Sócrates, -comprenderán que hace referencia a los ojos de cangrejo, a los labios prominentes y a su vientre abultado, colgante- él supone que habita en su interior el agalma, el agálmata.
         Pero en la parte previa a este episodio contamos con los diferentes discursos, los elogios del Amor. Nos vamos a dedicar cada reunión a un discurso.
         El primero de los discursos es el de Fedro, un discurso en torno a la religión, es el teológico; el segundo el de Pausanias es el discurso político y que Lacan caracterizó como el de la psicología del rico; el tercero sería el de Aristófanes que es el poeta cómico pero hay todo un juego de palabras donde Pausanias hace una pausa y cuando Aristófanes va a hablar tiene un ataque de hipo y no puede continuar. Así es sucedido por Erixímaco que es el discurso médico, luego sí viene el discurso de Aristófanes, después el de Agatón que es el poeta trágico y más tarde es cuando toma la palabra Sócrates y a poco de iniciar  el encomio hace hablar por él a Diotima que es una mujer, una maga de Mantinea que Sócrates dice que le ha enseñado en torno al tema del Amor y va a manifestarse sobre aquello que le ha enseñado y finalmente  es cuando se da la irrupción de Alcibíades.
         Esa es la estructura del Banquete, primero están los discursos elogiosos en torno del Amor y luego la condición de irrupción que tiene la entrada de Alcibíades borracho con un cortejo de flautistas, coronado con hiedras como si fuera un sátiro, un fauno que irrumpe y entonces la escena cambia por completo porque del discurso idealizante del Amor se llega a otro nivel, a aquello que ha ocurrido bajo las sábanas, de lo  que se lamenta Alcibíades es de un hecho muy concreto y es que Sócrates no se ha erectado, que no ha dado una respuesta y por tanto él viene a decir ante este Publicum lo que le ha ocurrido, su dolor de hombre humillado ante la no respuesta de Sócrates.
Si todos los demás discursos van en el sentido de la belleza del amor homosexual y de allí de los cuerpos bellos, a la belleza en general, y de la belleza al Bien en un discurso ascendente hacia lo ideal, con la irrupción de Alcibíades, que es justamente lo que han elidido los comentadores del Banquete-  pasamos del mundo celestial, ideal al mundo terrenal, a lo que ocurre en la cama, entre dos sábanas y lo que se dice de eso. Esa es la estructura formidable del Banquete.

         Otras indicaciones, simplemente algunas referencias que quiero darles para la lectura, es que creo que ha sido Lacan uno de los pocos que ha hecho hincapié en el Banquete respecto del tono de comedia y bajo esa referencia hay que leerlo. Es uno de los pocos que han dado en el clavo, en la tecla al hacer esa lectura donde lo que está en juego es la comedia, el estilo fundamental es de la comedia. Recordemos el final del Banquete cuando ya todos están dormidos y los únicos despiertos son Aristófanes el poeta cómico, Agatón el poeta trágico y Sócrates y lo que éste les dice es que el poeta cómico debe componer comedia y tragedia y a la inversa, el trágico debe componer tragedia y comedia.

          Lacan entrevió el tono de comedia siguiendo una sugerencia de Kojève, quien le dijo al pasar que nunca interpretaría el Banquete si no deducía porque Aristófanes tenía hipo.  La otra cuestión que quiero remarcarles es que hay una progresión de los discursos, que no están aislados entre si, cada uno encerrado en su condición, siempre hay un paso que se da, un discurso dialoga con el anterior y hay una progresión en el orden de los relatos. Como les dije en la contratapa de Estética de la melancolía, hay un paso en el sentido filosófico del término, donde hay un pasaje, la emergencia de algo nuevo.
        Asimismo, señalarles que El Banquete es un texto que hay que leerlo en correspondencia con algunos escritos de Freud, fundamentalmente dos: Observaciones sobre el amor de transferencia y La iniciación del tratamiento. El primero es aquél donde Freud autentifica la verdad del amor de transferencia, da sanción de verdad al Amor que se manifiesta en la transferencia y por eso les decía  que tanto Freud como Sócrates primero sirven a Eros para luego servirse de él.
         Una otra cuestión, cuando se refiere a Amor en el Banquete, recordar que amor es situado como un dios primero, que a la vez contamos con dos Afroditas, que Eros es un  semidios, maligno, diabólico; que tenemos que pensar si el amor es un dios o no lo es, cuestiones que tendremos que transitar y hacen a la riqueza y a la complejidad del Banquete.

          También lo que Lacan lee es que se opera una sustitución, una metáfora que es la sustitución de un significante por otro, de una palabra por otra con la emergencia de una significación nueva. Se los escribo para ver cómo la estructura se puede acomodar a esas sustituciones  a lo largo del Banquete.
Si al principio fue el amor, la referencia a la irrupción del Amor en el campo del análisis, es Ana O, Bertha Pappenheim, la irrupción del amor en pleno trabajo del análisis.
A Breuer, dice Lacan, algo le viene de su familia: “te ocupas demasiado de Ana O”, lo que lo lleva a interrumpir ese análisis, va a decirle que ya no va más esa cura por la palabra y ella dice:“ahí viene el niño de Breuer”. Allí tenemos el embarazo psicológico o pseudociesis que hace que ese buen hombre y mejor padre se aleje espantado de la escena.
         Freud, por el contrario, en vez de retirarse de la escena se sirve de Eros. Por eso tenemos esta sustitución de Breuer por Freud y la emergencia de una significación nueva en el plano de la transferencia, no se trata de rechazar el amor como hizo Breuer, no,  lo que hace Freud es autentificar ese amor, que es un amor espontáneo, arbitrario, como el amor de todos los días, podríamos decir cotidiano, pero es auténtico.
         ¿Qué tiene de artificial? Que aparece dentro de este artificio que es el dispositivo analítico, en un lazo social no convencional, tan extraño que hace que dos personas estén encerradas en una habitación en forma más o menos regular durante un tiempo bastante considerable y dentro de ese dispositivo se despliega ese amor  que es auténtico, espontáneo, ilógico, ciego, loco, que es el amor de transferencia. Lo único artificial es el dispositivo, ese invento de Freud que ha tenido tantas consecuencias.
          Entonces dice Freud que no hay que responder a ese amor pero tampoco hay que rechazarlo y tenemos esta sustitución, nos dice en beneficio de la cura. No da ninguna razón moral para no responder a ese amor. Se trata de que se traiciona la asociación libre por una parte, no es una cuestión de una moral, sino que va en sentido opuesto al dispositivo; y por otra parte dice que el analista debiera saber que no depende de los encantos de su persona, sino de ese artificio y así se produce esa sustitución del amor por la cura.
         Pero a la vez, Freud mismo nos sorprende porque nos dice que no se debería estar prejuiciado por un furor sanandi, no se tiene porqué estar tan preocupado por la cura y entonces deducimos de que la cura tiene otro sentido y tenemos que interrogar de que cura se trata si no tenemos que estar en relación al furor sanandis. Allí damos un paso más y ya veremos  que la cura no es sino el estatuto de la castración. Buscando la plenitud del amor, se va a encontrar con aquello que le falta.

         Para concluir les voy a relatar uno de los discursos que me parece de los más interesantes dentro de estos elogios, uno de los encomios donde se introduce la relación de la mujer al hombre y del hombre a la mujer, que es el discurso de Aristófanes.
Cuando se habla del amor en el Banquete se habla sobre todo del amor homosexual, en relación a la Paideia, del joven efebo que todavía no le ha salido la barba, la importancia de si le ha salido o no la barba-. Se trata del amor homosexual entre el hombre maduro, el educador y el educado.
 Es decir que el discurso de Aristófanes es uno de los pocos que hace referencia a la relación de la mujer y el hombre, y lo hace bajo la forma de lo que Lacan nombra la esfera irrisoria. A continuación de los discursos de Fedro y Pausanias  tendría que proseguir el de Aristófanes , pero éste es atacado por el hipo y Erixímaco que es médico le dice que tome unos tragos de agua o recurra al estornudo  y mientras tanto él va a decir su discurso.

         Lacan lee en relación al hipo de Aristófanes que se desencadena porque se muere de la risa, no puede creer los discursos de quienes lo preceden en torno a la idealización del amor, al amor venturoso, al amor religioso, y que esto le causa muchísima gracia por eso no puede decir el suyo. Cuando al fin se manifiesta  lo que ubica como esencial en  la temática del amor, es la existencia en un momento inicial de unos  seres extraordinarios a los que llama andróginos, andro: hombre y gino: mujer.
Son seres esféricos, de allí la irrisión de la esfera, con cuatro brazos, cuatro piernas, dos cabezas, que se manejaban de una forma muy soberbia, que rodaban sobre sus ocho miembros, pudiendo desplazarse rápidamente y estaban soldados por sus espaldas. Imagen que a Lacan le evoca lo que todavía puede apreciarse en nuestros días cuando los clowns ingresan a la pista del circo abrazados, enganchados de dos en dos, acoplados por el vientre, arremolinando los cuatro brazos.
 Al ser tan arrogantes Zeus decide castigarlos realizando la bisección de estos seres y así tenemos al hombre y a la mujer, buscando desde entonces cada uno su mitad seccionada para siempre.
         Eso fue la vulgata del mito del andrógino, que a veces da cuenta del amor platónico, de la media naranja, del tú y yo de las tacitas de café, pero nos vamos a detener cuando veamos este discurso que va más allá de esta vulgata, por ejemplo lo que dice Zeus si mantienen su comportamiento arrogante, va a redoblar la división, los va a dejar como en una taba cortados a la mitad como si fueran esos pescados de un solo ojo, quedando reducidos a una simple lámina.
         Así como ha sido elidida la entrada, la irrupción de Alcibíades que grita su desazón, también se ha elidido un detalle importante y es que Zeus le ordena a Apolo, una vez que ha hecho el corte, que gire la cabeza de ambos en dirección al corte para que siempre tengan presente esa sección de sí mismos al encontrarse, enfrentados ahora a cierta condición horrenda, porque pareciera que no existían plásticos detallistas en la antigüedad: tomaban todo el cuero, le hacían un nudo y luego un agujero que es el ombligo y le giraban la cara para que su sección y su agujero estuviera siempre presente en el encuentro. Al estar los órganos sexuales del otro lado se hacía dificultoso el encuentro, hasta que en un momento dado se apiada y por pudor los cambia de lugar evitando también que al parir los hijos, al no poder ser retenidos cayeran al suelo, crecieran en la tierra.
Ese mito de la posibilidad de hacer Uno, ha estado de alguna manera en un campo de ficción tan manifiesto, donde vendría como posibilidad el uno inicial, mientras el corte, la sección marca la imposibilidad de hacer uno.
         Algo ameno que me agrada comentarles, es lo que piensa que ha ocurrido con esta bisección, como si fuera la tessera hospitalis de los romanos, un disco que se cortaba en dos y se daban entre amigos, conocidos, familiares; cuando un visitante se iba de la casa llevaba consigo una parte y la otra quedaba en la casa. Al cabo de un tiempo si ese visitante o un familiar suyo regresaba, traía su parte del disco y si coincidían las mitades era bien recibido. Es así cómo va ubicando las relaciones del hombre y la mujer, como si existiera dentro de uno y otro esa especie de tessera, dice Aristófanes la contraseña, el symbolon que permitiría la entrada del otro y que aún en su irregularidad permitiría el encuentro.
Para concluir, los dejo con una de las imágenes más bellas que Platón nos ofrece en este discurso: Imagina al hombre y la mujer recostados en un mismo lecho cuando se ven sorprendidos por la presencia entre ellos de Hefesto con sus instrumentos que les pregunta ¿qué quereis?
Si acaso lo que desearan es unirse mutuamente lo más que sea posible, de suerte que de noche, ni de día, ni en el cielo ni el Hades se separen, estoy dispuesto a fundirlos con mi fragua.
¡Mirad si es esto lo que deseais!
        

                                                                                          21 de marzo 2012 Desgrabación: Ángela Romero

Seminario "Amor y deseo: Del banquete al discurso analítico"

8 de mayo de 2012