“La escritura sin velos del Marqués de Sade”
Claudia
Suárez
En la reunión
16 del Seminario “Deseo y Fantasma en las
estructuras clínicas” , a cargo de Gerardo García, se plantea una
articulación entre la obra de Sade y de Shakespeare; en el presente trabajo no
pretendo abordar la misma pero si detenerme en un texto de Sade titulado “Filosofía en el
Tocador”.
Dicha obra es
del año 1785, está escrita en forma de diálogo teatral, por lo que las acciones
físicas de los personajes están claramente acotadas y en su vocabulario hay un claro recurso a lo obsceno.
Sobre dicho
texto García señala que en su escritura hay
“un marcado proceso de achatamiento, de extenuación de lo metafórico, es decir
una escritura que es sin astucia, sin disfraz, sin velos, el desnudamiento
inmediato, hay una frontalidad absoluta de la enunciación del sexo. Es decir
que tantos cuerpos, consumidos en su existencia actual, impiden que aparezcan
todas las palabras eventuales, todas las palabras aún por nacer. Hay un orden de impedimento
que está presente en Sade, y eso es lo obsceno, a mi criterio, la depresión de
la metáfora”.
Leer un texto
conlleva una representación mental, como hijos de nuestro tiempo podemos
fácilmente imaginar las escenas de Filosofía en el tocador como una película
cinematográfica, tipo de producción que desde luego Sade no llegó a conocer.
Entonces nos convertimos en lectores- espectadores, lugar incorporado en
nuestras frases cotidianas como “hacernos la película” o “tener una película en
la cabeza”.
Surge la
pregunta si es posible definir a este diálogo teatral de Sade como pornográfico
y qué características estarían implicadas. Dicho de otro modo ¿qué características unen a un texto y
a una película sin velos?
Un análisis
de la pornografía se encuentra en el artículo de Slavoj Zizek
“El corte hitchcockiano:
pornografia, nostalgia y montaje”. Este afirma que la pornografía “es el género
que supone que revela todo lo que hay allí para revelar”, que no oculta nada,
que lo registra todo en una cámara directa y lo ofrece a nuestra vista.
En el Seminario 11, Los cuatros conceptos
fundamentales del Psicoanálisis” Lacan señala que “En el campo escópico, todo
está articulado entre dos términos que actúan de modo antinómico; del lado de
las cosas esta la mirada, es decir, las cosas me miran, y sin embargo yo las
veo.”
Zizek nos dice que “la antinomia entre la mirada y
la visión se pierde en la pornografía… porque es intrínsecamente perversa; su
carácter perverso no reside en el hecho
obvio que llega hasta el final y nos muestra todos los detalles sucios, sino
que es concebida de un modo estrictamente formal: en la pornografía el espectador es forzado a
priori a ocupar una posición perversa. En lugar de estar del lado del objeto
visto, la mirada cae en nosotros mismos, los espectadores, razón por la cual la
imagen que vemos en la pantalla no contiene ningún lugar, ningún punto sublime
misterioso del cual nos mire. Solo nosotros miramos estúpidamente la imagen que
revela todo. Contrariamente al lugar común de que en la pornografía el otro (la
persona mostrada en la pantalla) es degradada a la condición de objeto de
nuestro placer voyeurista, debemos subrayar que es el espectador en sí que
ocupa la posición del objeto: los sujetos reales son los actores de la pantalla
que tratan de excitarnos sexualmente, mientras que nosotros los espectadores,
somos reducidos a la condición de objeto- mirada paralizada”.
¿Qué implica
que el espectador sea ubicado en una posición perversa y qué caracterizaría a dicha
posición?
En el texto
de Kant con Sade, Lacan presenta su
esquema sobre el fantasma sadiano, en donde se señala que el perverso se ubica
como instrumento del goce del Otro.
Lacan menciona
que “el ejecutor de la experiencia sádica ..su presencia en el límite se resume
en no ser sino un instrumento. Pero que su goce se coagule en ella no lo exime
de la humildad de un acto con el que nada puede hacer para que no se presente
como ser de carne y, hasta el hueso, siervo del placer... El deseo , que es el
fatuador de esa escisión del sujeto, se avendría sin duda a decirse voluntad de
goce.”
Una voluntad
de goce, que empuja hacia un goce que no es el del espectador.
Volviendo a
la obra de Sade, también surge otra
pregunta ¿se puede comparar la misma con algún tipo de pintura?
En
el Seminario 11 lacan menciona el apólogo de dos pintores. “En el antiguo apólogo sobre Zeuxis y Parrhasios, el mérito de Zeuxis
radica en haber hecho racimos que atrajeron a los pájaros. El acento no se pone
en modo alguno en el hecho de que esas uvas fuesen en alguna manera uvas
perfectas, el acento se pone en e l hecho, de que incluso el ojo de los pájaros
fue engañado. La prueba de ello está en que su compañero Parrhasios triunfa por
haber sabido pintar en la muralla un velo, un velo tan parecido a un velo que
Zeuxis, volviéndose hacia él: Vamos, enséñanos ahora lo que has hecho allí
detrás. Con lo que se demuestra que de lo que se trata es de engañar al ojo.
Triunfo sobre el ojo, de la mirada”.
Por la
primera pintura de Zeuxis esos pájaros fueron atraídos, de algún modo la imagen
los capturó, más allá de un paralelismo exacto esa captura podría tener alguna
relación a lo que Zizek habla sobre los actores del género pornográfico que
intentan excitar al espectador ¿no se produce ahí algún tipo de captura?.
En ambas
pinturas se engaña al ojo, pero cuando se ubica la mirada en el objeto se gesta
otro espacio que se manifiesta cuando los espectadores tienen una inquietud y
piden “enséñanos lo que has hecho allí detrás”
Entonces Sade
en sus escritos ubicaría al lector en una posición perversa porque la mirada no
estaría oculta, no habría velos a diferencia del cuadro de Parrhasios que
permite que ubiquemos detrás a la
mirada.
“En Sade está la ilusión por el encuentro con
el objeto pérdido ” nos dice García en la ya citada reunión. Por eso en Sade no
habría lugar para el vacío y sería un intento de narrarlo todo.
Para terminar
o mejor dicho para abrir temas a un posible trabajo siguiente, considero ahora la necesidad de profundizar
en la articulación de Sade con Shakespeare, en función de lo que García plantea
como las coordenadas del Seminario 7 “La
ética del psicoanalisis“ de Lacan, a saber la relación al vacío y a la pérdida.
Asimismo investigar una reiterada afirmación, en distintos seminarios, respecto
a que el arte sería un modo de bordear un vacío.
BIBLIOGRAFÍA
García, Gerardo « Seminario Deseo y fantasma e n las estructuras
clinicas ». Escuela Freudiana
de Córdoba. 2007
Lacan, Jacques. Escritos 2. Siglo
Veintiuno Editores. Reimpresión 2002.
Lacan, Jacques. Seminario 11 . Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Paidós. Reimpresión 2010.
Marqués de Sade, Filosofía en el tocador. Versión digital Librodot. com .Copyright
2002
Zizek, Slavoj Todo lo que usted
siempre quiso saber sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarle a Hitckcock, Manantial
2011.
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